Detalle de las murallas ya con evidentes muestras de trabajos de reparación por los embates de los temporales. Al fondo la chimenea de la Harinera Castro.
Defienden las murallas que dan al mar al suroeste del castillo de San Sebastián. El tramo de la muralla es el correspondiente a la parte sur y recibe el nombre de Murallas del Vendaval, del Campo del Sur o murallas de San Miguel y San Rafael. La muralla de San Rafael comprendía desde Capuchinos hasta Puerto Chico mientras que la de San Miguel es desde Puerto Chico hasta el baluarte de San Nicolás.
El mar siempre era un reto para las obras de fortificación de la ciudad pero esta zona es la que dio mayores problemas. Su amurallado había quedado paralizado a finales del siglo XVII tras numerosos derrumbes. En 1719 se realizan nuevos intentos que se paran otra vez en 1723, intentándose en 1747 nuevas reparaciones, pero la urgencia por cerrar esta parte llegó a raíz del temporal acaecido en 1765.
Detalle de la batería de San Miguel con una garita ya desaparecida.
Como consecuencia del mismo se suceden intervenciones de varios ingenieros militares. Fue Tomás Muñoz el encargado en 1788 de llevar a cabo el proyecto de reconstrucción, que se prolongó hasta 1791, abarcando la zona entre el Matadero y Capuchinos. La muralla apenas sobresalía la altura de un parapeto por lo que podía instalarse artillería en cualquiera de sus puntos. A la vez el trazado tenía unos entrantes y salientes que formaban flancos que permitían orientar el tiro:
flanco de San Rafael, donde estuvo Puerto Chico, próximo a Capuchinos
el de San Nicolás, tras la antigua Cárcel Real
el del Matadero, próximo al anterior y tras el antiguo edificio de matanzas. Desde aquí enlazaba con la muralla del frente de tierra, cerrando el total de la ciudad.
Batería de San Miguel
La idea de Tomás Muñoz era crear una playa artificial tras la cual un batidero daría paso a la muralla. Esta playa se terminó en 1791, causando una enorme expectación y aceptación por lo novedoso y espectacular de la solución, pero en 1792 ocurrieron nuevos derrumbamientos por la fuerza del mar. Durante el siglo XIX las fracturas continuaron casi siempre en la misma zona. Desde este punto enlaza la muralla con el frente de Tierra dándose por cerrado el cinturón amurallado de Cádiz.
De Puerto Chico existe una referencia sobre la “plazuela de Puerto Chico”. Dice que en 1599 se denominaba “de la Montaña”, después se llamó “de Puerto Chico”, conservando todavía en 1659 el antiguo tradicional.
Fotografía de 1898 del la batería de San Miguel desde la plaza de toros de madera de la Hoyanca. El edificio con tejado era un almacén, que luego estuvo unido al astillero Manzano.
En 1608 es la propia catedral vieja la que se ve amenazada, llegando la erosión hasta los muros del templo debido a la fuerza con la que el mar combatía el escarpe natural. Cristóbal de Rojas propuso la construcción de varios metros de una nueva muralla "para asegurar que la iglesia no se caiga". La defensa contra los envites marinos se convertiría al mismo tiempo en baluarte defensivo, el primero del hasta entonces desguarnecido Frente de Vendaval, dando origen al baluarte de San Lorenzo, que estaba a la espalda de la catedral vieja.
En febrero de 1637 recibió el ayuntamiento carta del rey mandando hacer dos cuarteles para el alojamiento de la infantería del presidio en el sitio de Puerto Chico. En marzo presentó la ciudad los inconvenientes que había para su ejecución.
La expresión “Puerto Chico” designaba también una caleta abierta por la erosión marina en el Campo del Sur. Tuvo una gran importancia en la ciudad medieval. Estuvo precedido de una caletilla o escollera, que desapareció para la construcción de la muralla del siglo XVIII. Esta caleta sería la desembocadura de uno de los dos canales que en la antigüedad dividían las islas gaditanas, concretamente el canal Bahía-Puerto Chico, o Canal de Ponce, que iría desde la plaza de la catedral hasta la desembocadura en el atlántico, pasando a través de la calle San Juan. Hay que destacar los recientes hallazgos en esa misma calle de un antiguo puerto bajo lo que era “La cueva del pájaro azul”.
Al pasear a la altura del teatro romano aún es posible reconocer los restos de lo que sería la base de la garita, como se ve en la foto. Incluso algunos trozos entre los bloques bien podrían corresponder a los recientes desperfectos que sufre este tramo de muralla, siempre necesitado de continuas reparaciones que tardan demasiado en llegar. Por esto, en ningún caso las murallas fueron definitivas.
En el frente de poniente a principios del siglo XIX se habían abierto grandes boquetes y a mediados de siglo estaba bastante estropeado. En el caso del Frente de Vendaval este deterioro fue aún más rápido. Al año de su conclusión ya se habían producido las primeras brechas y a principios del siglo XIX toda la muralla de la playa artificial estaba arruinada. Solo a mediados del siglo XX se logró estabilizar con la actual escollera de bloques de hormigón.
En 1915 un fuerte temporal, con socavón incluido, deja al descubierto una segunda muralla que protege toda la zona de la cripta y capilla de las reliquias. Se puede observar como entraba el agua. Esa es la zapata de la muralla original. Tiene el mismo diseño que las de la Alameda y es parcialmente visible en el segundo sótano del parking del Campo del Sur.
De ahí partía el acantilado que caía desde el castillo de la villa, catedral y el futuro colegio Mirandilla. Toda la ampliación de explanada hacia el mar que vemos hoy día del Campo del Sur, es relativamente nueva.
En el mapa de la zona de la catedral y Campo del Sur de 1724 se detallan los tramos de muralla en proyecto y el estado de los ya realizados.