Se encuentra junto al colegio Padre Villaoslada, en la avenida de Huelva. Era una construcción del siglo XVII, reedificada con motivo de la guerra con Francia.
Se intervino sobre los restos con motivo de las obras en dicha avenida. Formaba parte del frente defensivo de la bahía. Si antes miraba al mar, ahora lo hace hacia la salida del aparcamiento del centro comercial de El Corte Inglés. También era lugar de suministro de agua potable a los buques fondeados en la bahía, de ahí el nombre de “aguada”.
Se trataba de una construcción sencilla que a duras penas ha sobrevivido hasta el siglo XXI, pese a estar declarada Bien de Interés Cultural. De forma semicircular, daba a las aguas de la bahía y estaba cerrada a su gola por un muro. Era la más potente de la zona. A principios del siglo XIX montaba cuatro cañones y contaba con cuerpo de guardia y polvorín.
La importancia defensiva de esta batería y otras la vemos en un documento fechado en 1776 cuando Juan Caballero con la idea de defender el saco de la bahía hace una descripción de la misma.
Según Pérez de Sevilla y Ayala “...la verdadera bahía de Cádiz era lo que describimos como ensenada interior de la propia bahía, es decir lo que hay desde Puntales a Matagorda hacia los arsenales, que era lo que trataban siempre los enemigos de apoderarse en tiempo de sitio para privar a Cádiz de los socorros de tierra”.
Por tanto en caso de intento de invasión a través de la bahía, estas baterías, junto con las de Rota o el castillo de Santa Catalina de El Puerto de Santa María, harían fuego cruzado sobre el enemigo.
Otro documento firmado por Luis Huet, nos describe las cuatro baterías estables en esta zona del istmo: Punta de Vaca, Primera Aguada, Segunda Aguada y La Victoria. En 1793 este Director General de Ingenieros recomendaba que todas estuvieran reedificadas por el posible comienzo de la guerra con Francia.
La época doceañista fue de máxima importancia para estas defensas. Desde inicios del siglo XIX estuvieron bien armadas y pertrechadas. Las baterías de Primera Aguada y Punta de Vaca contaban con cuatro cañones y Segunda Aguada, 9. Un documento francés indica el temor a dichas fortificaciones. Francia, que en breve pasaría a ser enemiga, tenía parte de sus barcos en el interior de la bahía. Sabiendo que la marina inglesa esperaba en la entrada de la misma ante el inminente cambio de aliado español, el general Deprés escribió al Vicealmirante Rosilly indicando que se mantuviera lo más alejado posible de las baterías para defenderse de un posible ataque exterior o interior de la bahía.
En “El Cádiz de las Cortes” Ramón Solís describe estas baterías y añade que desde ellas no hizo falta hacer un sólo disparo entre 1810 y 1812.
En 1866 todavía seguían en pie. La de la Primera Aguada quedó dentro del terreno de los Astilleros, por lo que durante décadas estuvo oculta tras un muro en lo que consistía el final de la Barriada de la Paz o Avenida de Huelva. Al construirse en la década de los cincuenta del siglo XX el Colegio SAFA-Villoslada la batería se usó de cimiento para el muro colindante con el astillero. A mediados de los años noventa estos terrenos de los astilleros hacía tiempo que estaban en desuso, se declaran como “ociosos” y pasan al ayuntamiento. Se pudo entonces recuperar parte del lienzo de la batería.
Se encuentra en estado de ruina consolidada. Los restos corresponden a parte del muro circular, que soporta una de las tapias exteriores del colegio.