En enero de 1809 el Cabildo General de Gran Canaria organizó un cuerpo de granaderos para luchar en la península. Alcanzó la cifra de 600 voluntarios y fue conocido como el Batallón de Granaderos de “Leales Canarios”. que partió el 5 de abril hacia Cádiz y luego a Sevilla donde se unió al ejército de Extremadura, bajo el mando del Duque de Alburquerque. Destacaron en acciones como en Gaucín (Málaga) donde derrotaron a una columna francesa procedente de Málaga a finales de junio de 1810.
Durante el preámbulo de la Batalla de Chiclana, entre los días 2 y 3 de marzo, los Granaderos montaron y defendieron una batería avanzada bajo el fuego enemigo mientras daban continuos vivas a la "Virgen del Pino", en un intento de evitar que las tropas francesas bombardearan las posiciones españolas. Se llamaría Batería de Granaderos de Canarias y estaba situada en el actual Coto de la Isleta, llamado entonces Cotillo de la Grana.
Al Batallón se le llamó “La Granadera Canaria” por su hazaña de erigir y mantener la batería. En un momento estuvieron a punto de ser masacrados y atribuyeron su salvación a la Virgen del Pino. Tanto es así que al no sufrir ni una baja decidieron ir a su regreso a Canarias a visitar el santuario de Teror y llevar en ofrenda un manto a Nuestra Señora del Pino.
La Granadera Canaria y el Batallón de Infantería de Canarias figuraron entre las unidades que protagonizaron esta audaz y fatigosa batalla ganándose la condecoración de la Cruz de Honor de Chiclana, creada por el Rey Fernando VII para premiar a los que acompañaron al duque de Alburquerque y cuyo lema no puede ser más expresivo: “protegiendo la nave que zozobraba”.
La Granadera Canaria quedó oficialmente disuelta por Orden de 22 de agosto de 1812 regresando a Gran Canaria.