Foto tomada poco antes de su derribo en 1932. Al fondo se ve la plaza de toros, inaugurada en 1929.
Para completar el muro del Frente de Tierra, entre 1655 y 1656 se decide la construcción de un nuevo foso con trinchera por delante del revellín y del foso existente. Sería una nueva muralla de menor entidad con su propio foso y camino cubierto capaz de instalar artillería.
En antiguos planos se muestra un foso de mar a mar y una trinchera de piedra de siete metros construida con el material extraído para el foso. Tenía forma de "obra coronada", es decir: un baluarte en medio y dos semibaluartes laterales unidos por murallas dibujando el perfil de una corona. Tanto los baluartes como las murallas disponían de cañoneras.
Se conseguía alejar una posible artillería enemiga y disponer de una línea avanzada de ataque y defensa. Permaneció hasta la modernización definitiva de Ignacio Sala en los años treinta del siglo XVIII. Esta obra no sirvió por lo que fue rápidamente dañada por el viento y cegada por la arena.
Sin lugar a dudas el derribo de los glacis fue una pérdida patrimonial importante para Cádiz. Vendrían a llegar hasta lo que hoy es la calle Santa Cruz de Tenerife. El glacis avanzado o ante-glacis iba a terminar en suave declive junto a la hondonada del Instituto Hidrográfico y a los jardines del “chalet de Varela”.
Ya dijimos que las murallas eran vistas como un cinturón de piedra que ahogaba a la ciudad. En 1933 se derriban los glacis. Según otra fuente es a partir de 1949 cuando las defensas al exterior de la Puerta de Tierra, como el glacis defensivo, quedan desmanteladas.
En la foto que acompaña, tomada desde la Puerta de Tierra, se aprecia a la derecha Santa María del Mar, al fondo la plaza de toros, a la izquierda la iglesia Madre de Dios, que existía en San Severiano hasta la explosión de 1947, y al fondo se adivinan las torres de la iglesia de San José.
El más cercano y que defendía la Puerta de Tierra, era el revellín, muralla en forma de triángulo. Las caballerías y las personas cogían por el camino de tierra entre los glacis y el camino central era utilizado por el tranvía.
Revellín: obra avanzada y aislada, frecuentemente en forma triangular, para defender la cortina de un fuerte, puertas de plazas, cabezas de puente…
Una lamentable pérdida que de haberse mantenido hoy sería un referente histórico. Sobre la eliminación de los glacis existen versiones diferentes. Algunas fuentes hablan de la destrucción completa de los mismos e incluso refieren el empleo de sus piedras en otras construcciones. Otras dicen que sólo fueron destruidos hasta ras del suelo y que así se explica que el tramo de avenida desde las Puertas de Tierra hasta la esquina con Santa Cruz de Tenerife sea totalmente plano. Es en este tramo donde se ubicaban los glacis. Luego la avenida va con una pendiente suave hasta la glorieta del Hotel Playa. Es un dato curioso difícil de apreciar a simple vista si no se sabe.
En la fotografía podemos distinguir dos entradas a las llamadas Cuevas de María Mocos. Este conjunto de galerías tiene unos 3 kilómetros de recorrido. El lado más conocido es el que podemos ver en fotos antiguas próximos a la playa. Las dos entradas que se pueden ver en las foto, no son originales sino causadas por el derrumbe de una galería paralela, de unos 200 metros, que uniría estos dos ramales.
En la cartografía militar del siglo XVII se denomina a este ramal “galería aspillerada”. Su misión era defender todo el bajo de la muralla de Santa María del Mar. Tenía cada 2 metros una aspillera de disparo, donde el soldado disparaba desde dentro del túnel, protegido de los disparos del exterior.
Acceso cegado a las cuevas, bajo la rampa que baja a uno de los fosos de Puertas de Tierra.
Las dimensiones de las cuevas de Mariamoco serían aproximadamente de un metro de anchura por 1,80 de altura.
La desaparición de esta galería se puede achacar al mar en los grandes temporales de invierno. En documentos de la época quedan registrados los problemas que encontraron los ingenieros militares para amurallar el Campo del Sur, llamando a esta muralla como la del Vendaval.
Contraminas es el verdadero nombre de estas “cuevas”. Es un sistema defensivo subterráneo de los siglo XVII y XVIII, cuya misión era dejar minado todo el subsuelo de los antiguos glacis. En caso de una invasión por tierra el conjunto de murallas obligaba al ejército enemigo a pasar por encima de estas galerías, donde tenían colocados estratégicamente unos hornillos. Estos hornillos eran pozos que subían hasta la superficie y escondían unas cargas explosivas, que se harían volar simultáneamente para explotar toda la superficie del glacis cuando el invasor estuviera sobre él. A esto se le uniría el fuego de artillería desde la Puerta de Tierra. Esto nunca llegó a ocurrir. Al mismo tiempo podían servir como vía de escape o refugio en caso de asedio o invasión en una ciudad acostumbrada a este tipo de episodios.
Ubicación de algunos edificios actuales sobre el plano de las cuevas. El Banco de España es la actual Subdelegación del Gobierno, El Gobierno Civil no existe y la clínica de Carlos Rubio es un geriátrico.
Estos pasadizos subterráneos forman parte de una leyenda popular de la ciudad. El nombre de Maríamocos o María Moco procedía de una mujer gitana que vivía en estas cuevas cuando ya habían perdido su función militar. Elaboraba pócimas y ungüentos, y un día desapareció sin dejar rastro. Las galerías eran un lugar perfecto para refugio de forajidos y contrabandistas.
Galerías donde actualmente se encuentra la fuente ante el torreón.
La práctica del contrabando siempre ha sido una constante en la historia y Cádiz no podía ser menos, máxime en un puerto tan floreciente y de tanto tráfico comercial durante el siglo XVIII. También fue lugar de residencia de personas sin recursos, que encontraban en ellas un sitio donde vivir. En las exploraciones que se han hecho, han aparecido restos de diversas épocas: romanos, medievales, modernos y contemporáneos.
En la actualidad se conserva parte de estas galerías entre Bahía Blanca y la playa de Santa María del Mar, siendo accesibles algunos tramos. En la maqueta de 1777 del Museo de las Cortes de Cádiz, se aprecian reproducidas levantando la parte de los glacis que las cubre.
Esta fotografía de los glacis recoge también uno de los primeros postes de Telefónica.
La práctica del contrabando siempre ha sido una constante en la historia y Cádiz no podía ser menos, máxime en un puerto tan floreciente y de tanto tráfico comercial como el gaditano durante el siglo XVIII. También fue lugar de residencia de personas de baja condición y sin recursos, que encontraban en ellas un sitio donde vivir. En las exploraciones que se han hecho, han aparecido restos de diversas épocas: romanos, medievales, modernos y contemporáneos.
En la actualidad se conserva parte de estas galerías entre Bahía Blanca y la playa de Santa María del Mar, siendo accesibles algunos tramos. En la maqueta de 1777 del Museo de las Cortes de Cádiz, se aprecian reproducidas levantando la parte de los glacis que las cubre.
En el mapa de 1837 se ve cómo completaban este sistema una serie de galerías que comunicaban entre sí los principales edificios públicos y las cloacas de la Gades romana.
Esta foto publicada en el grupo Cádiz en el Recuerdo está tomada de un antiguo vídeo y muestra la distribución de los glacis ante la Puerta de Tierra. Ayuda a entender su extensión e importancia como obstáculo para llegar a la ciudad.