Las primeras noticias sobre las murallas de Cádiz aparecen con Alfonso X, que la repobló en 1262. En documentos de la época se dice que habría de dar seguridad a la nueva villa con una cerca alta, de mampostería, almenada, con sus torres y traveses de trecho en trecho, así como con un castillo fortaleza de sillería de piedra, asentado sobre unos antiquísimos y fuertes cimientos.
La almena es un elemento típico de la arquitectura medieval que corona los muros de las fortalezas para resguardarse en ella los defensores..
Se empleó piedra ostionera, aunque se puede observar el uso del ladrillo en los arcos de las puertas conservadas. La muralla rodeaba el actual barrio del Pópulo con tres lienzos cuyas puertas todavía se conservan con el nombre de arcos de la Rosa, de los Blancos y del Pópulo. Al sur no se levantó muralla por estar suficientemente protegida por un acantilado y bajos rocosos que impedían el desembarco de fuerzas armadas o contrabandistas.
Algún tipo de defensa marítima debió colocarse en aquella zona en el siglo XVI sin certeza de en qué consistió. Horozco (1845) indica que: “La parte de esta villa vieja que cae sobre el mar de vendaval, ha sido por donde se ha desbaratado y caído buena parte de sus edificios. Para que no se gaste del todo, ni se acabe de derribar la casa Obispal y la Iglesia se han puesto y se ponen defensas de gran resistencia.”
Recientes investigaciones apuntan a un origen almohade pues en la bula de Urbano IV de 1263 el Papa se dirige a Alfonso X: “...para no hablar de la reparación que estás haciendo de los edificios de Hércules y de la restauración de las antiguas murallas... en un lugar llamado Cádiz.” Rodrigo Ponce de León (1443-1492), marqués de Cádiz, también procedió a su reforma.
Durante los trabajos de rehabilitación del Hospital de San Juan de Dios se han localizado murallas y torreones que formaban parte de la muralla medieval, parte de la cual con seguridad se encuentra aún entre algunos edificios existentes, si no constituyen amuros.
En un dibujo 1513 guardado en el Archivo de Simancas se aprecian los torreones de planta cuadrada o rectangular y rematados con almenas acabadas en pináculos. En las murallas se utilizó sillería en las puertas, zonas inferiores de los lienzos y torreones; y seguramente en algunos ángulos para mayor refuerzo. El resto debió ser de cal y mampuestos, como se confirma en los últimos hallazgos arqueológicos. Para proteger el puerto se levantan dos torres hacia la segunda mitad del siglo XV: una en la Peña Grande (Peñón de Capuchinos) y otra en el roquedo de la Cruz (Fierro Cubiella, 1993).
El descubrimiento de América supuso un gran desarrollo económico y de población para la ciudad así como la construcción de gran número de viviendas arrimadas a la muralla y a extramuros, que propiciaron la incursión de moriscos, ingleses y holandeses. En 1530 hay un plan de asalto por parte de Barbarroja, abortado en origen por el almirante Andrea Doria al atacar a la flota enemiga en su puerto de avituallamiento. En 1559 los turcos hunden las galeras ancladas en la bahía y en 1574 son asaltadas las almadrabas.
Para imaginar cómo pudo ser la vista de los invasores en ese momento podemos acudir al grabado que Hoefnagel dibuja en 1564 para Felipe II. Se aprecia el camino de llegada a Cádiz, bordeando el Atlántico, y el espacio todavía no construido existente entre Puerta Tierra y las murallas de la ciudad medieval al fondo. Los defensores del castillo medieval se entregan en el mismo día ante la falta de víveres, mientras que los del castillo de la Puente (San Fernando) lo harán con honores tras 13 días de asedio y no recibir ayuda.
El vice-almirante Drake atacó la bahía de Cádiz en 1587 hundiendo 23 navíos pero sin poder saquearlos ni desembarcar en la villa (Fierro Cubiella, 1993). Sin embargo el ataque evidencia la escasa defensa de la ciudad propiciando la campaña del conde de Essex en 1596. Sólo los baluartes de San Felipe y el Puntal pudieron enfrentarse a la artillería inglesa.
El desembarco se produce en el Puntal, dirigiéndose a través del istmo hacia la ciudad, en la que entran tras vencer la escasa resistencia de la Puerta de Tierra. Los defensores del castillo medieval se entregan en el mismo día ante la falta de víveres, mientras que los del castillo de la Puente (San Fernando) lo harán con honores tras 13 días de asedio y no recibir ayuda.
En la figura adjunta puede observarse un grabado de la obra del padre Abreu (1564) en la que se aprecia el perfil renacentista del baluarte de San Felipe, con una altura de unas 6 varas o 5.20 metros.
Sus principales vestigios se concentran en el actual barrio del Pópulo donde se conservan tres de sus puertas: Puerta de la Villa o Puerta del Mar (Arco del Pópulo), Puerta del Arrecife (Arco de los Blanco) y Puerta de Poniente (Arco de la Rosa).