(plano del Fuerte de San Luis en su estado en 1810)
El Fuerte o castillo de San Luis fue construido por las tropas francesas en torno a 1706 durante la Guerra de Sucesión. Es un baluarte fortificado, el cual constituía un conjunto integral de fortalezas con los castillos de Matagorda y Puntales hasta comienzos del siglo XIX.
Está situado en la entrada del caño El Trocadero, en la isla que se forma al final de la península del mismo nombre. Tiene el fuerte de Matagorda al otro lado de la desembocadura del caño. Combinaba su fuego con Matagorda y El Puntal, triángulo que defendía el acceso al saco de la bahía, Puerto Real, Carraca y caño Sancti Petri.
Aparece con muchos nombres: Batterie du Trocadere, Batería del Trocadero, Batería de San Louys de Cadix, Fuerte San Luys, Fort Luys du Trocadere, Fortloys, Castillo del Trocadero, Castillo de San Luis del Trocadero, Castillo del fuerte de San Luis y Fuerte de San Luis de los franceses. En el SIPHA (Sistema de Información del Patrimonio Histórico de Andalucía) aparece como Castillo de San Luis-Caño del Trocadero y en el texto de la ficha como Castillo de San Luís del Trocadero.
Según Villalpando, es un fuerte realizado a partir de una batería costera, por lo que pasa a ser fuerte costero. La principal característica de estas fortificaciones es su adaptación al combate contra artillería naval pues están destinadas a acosar navíos, albergando numerosas cañoneras para armas de mayor tamaño y potencia de tiro que los buques de guerra.
Para facilitar su protección disminuyen al máximo el blanco de tiro, de ahí la baja altura de los muros, e incluyen medidas para reducir daños por impacto de balas de cañón, como la inclinación de los muros formando ángulos muy marcados (el alambor), la planta de tendencia angulada, y el amplio grosor de los muros.
Como contrapartida, su eficacia frente a un ataque por tierra está comprometida. La planta es irregular trapezoidal ya que es la ampliación de la primitiva batería con un patio de armas y nuevas dependencias en la gola.
Era inicialmente una isla artificial. La novedad de Ignacio Sala es un muelle de piedra que facilita el acceso a la batería. La incorporación del muelle afianza su carácter de servicio marítimo defensivo y garantiza que el acceso debería hacerse embarcado. Una posición en tierra garantiza mayor potencia de fuego y facilita el blanco sobre el objetivo, en su caso: un barco enemigo.
Posteriormente el aislamiento se eliminó con una comunicación mediante una coracha que protege la comunicación con el resto de la Isla del Trocadero. Esta coracha tenía un pequeño pretil orientado al Caño del Trocadero, que haría las funciones de parapeto.
Una coracha es un lienzo de muralla que protege la comunicación entre una fortaleza y un punto concreto que no está lejos de ella.
Merlatura: alternancia de merlones y almenas
Las instalaciones defensivas en este lugar aparecen en un mapa de 1702, que representa el asalto anglo-holandés a Cádiz, con el nombre de Batterie du Trocadere. Se trataría de la construcción original, que delimitaba el parapeto de la batería costera. En origen era un reducto provisional de tierra y lastre, revestido luego de cantería.
Lastre: Piedra de mala calidad y en lajas resquebrajadas, anchas y de poco grueso, que está en la superficie de la cantera y sirve para obras de mampostería. También es el material pesado, como piedra o maderas, con que se carga una embarcación para aumentar su peso y estabilidad.
Esas estructuras fortificadas y de carácter defensivo contaban con un avanzado sistema de obstrucciones que usó impidiendo la salida al abierto de las unidades navales francesas al mando de Rossilly en 1808. Al mismo tiempo, el fuego cruzado de artillería con Matagorda y Puntales supuso una barrera nunca superada para acceder al saco de la bahía.
Fue apoyado a partir de 1763 por una serie de baterías dispuestas a lo largo del caño del Trocadero (Leval, Parador, del Paso, de la Cabeza de Puente, de Defensa, Aboville, de Entrada y Defensa del caño, del Río San Pedro, de la Rada y reducto de Napoleón), todas desaparecidas. Fue la principal defensa de los diques de carenas, molinos y otras instalaciones que a partir de 1787 se levantaron a ambos márgenes del caño del Trocadero consolidando la actividad naval que benefició a Puerto Real. En esta fecha se amuralló el caño por el Real Consulado y Comercio a Indias de Cádiz (Compañía de Filipinas, Compañía del Consulado, Compañía de La Habana, Dique del Rey…)
Sus estructuras fueron escenario del asedio a Cádiz y la batalla de Trocadero. Fort Louis sirvió desde 1810 hasta fines de 1812 como base para las baterías francesas que trataban de someter al Castillo de Puntales; ambas fortalezas se convertirían de este modo en el eje del duelo artillero que sostuvo Cádiz con sus sitiadores durante dos años.
Tenía tres frentes orientados al Oeste, dos secundarios con orientación Sur y Sureste, y tres menores adaptados para una o dos piezas: uno defiende el acceso por el Este y los otros dos protegen la gola con fuego cruzado Norte – Sur.
Otra fuente consultada dice que el fuerte está compuesto de nueve cortinas. Ocho son frentes de tiro con merlatura, quedando cada porción de muralla delimitada por esquinas. La última cortina se corresponde al muro que cierra el patio de armas en la gola.
Merlatura: alternancia de merlones y almenas.
Junto al acceso al fuerte están los restos de una cámara de tiro. Se encontraba anexa a la escaraguita aspillerada que controlaba el acceso y el embarcadero. La gola estaba desprotegida si bien las dependencias del castillo, anexas a la misma, constituían casamatas. Durante la Guerra de la Independencia contaba con 24 piezas repartidas entre 16 cañones, 4 morteros y 4 obuses.
Contaba con patio de armas (que se inundaba en las grandes pleamares) y a su gola: capilla, casa del gobernador, 2 barracones para artilleros, 3 almacenes y 2 cisternas. Fue destruido por las tropas napoleónicas en su retirada en agosto de 1812.
En 1823 los Cien Mil Hijos de San Luis al mando del duque de Angulema invaden Andalucía e instalan en Puerto Real su cuartel general en la bahía. Toma por asalto el Castillo de San Luis el 30 de agosto de 1823, en la batalla del Trocadero. A consecuencia de esto fue restaurado el régimen absolutista de Fernando VII. Era el último reducto de las tropas liberales españolas, las cuales se atrincheraron en el fuerte durante unos días y usaron su embarcadero para la retirada hacia el castillo de San Lorenzo del Puntal antes de abandonar El Trocadero.
La Batalla del Trocadero no supuso la destrucción del Castillo de San Luis. Fue la estructura militar mejor conservada en la zona tras la destrucción del de Matagorda en 1812. La fortificación se consideró como un elemento importante en planes de defensa posteriores, realizándose proyectos que la pretendían modernizar redondeando los frentes de tiro, artillando la gola y elevando la altura. Aparece en planos y proyectos del S. XIX.
El fuerte se mantuvo en buenas condiciones a finales del siglo XIX y principios del XX. De hecho, sirvió de hospital para los repatriados de la Guerra de Cuba de 1898. Otros edificios próximos aislados, literalmente “en islas”, como las dependencias de la Compañía de Filipinas fueron utilizados como presidio.
Conserva la base de todo su perímetro (incluido el embarcadero) y parte de los muros de sus frentes, aunque su estado es de ruina progresiva. Es de acceso libre pero no puede llegarse a él desde tierra.
El causante real de su destrucción parcial fue la extracción de piedra para reparación de las Puertas de Tierra durante los años 50. Esto está recogido por escrito, no sólo en prensa, sino por personas que participaron en la extracción de la piedra. Barbaridad que hoy sería impensable pero que antes era habitual.
Está bajo la protección del Decreto de 22 de abril de 1949 y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.