Más de doscientos años después de la construcción de los canales aún perduran algunos de sus tramos y es posible ver sus huellas en las fotografías aéreas, sobre todo en la imagen del vuelo americano de los años 50 del pasado siglo. Para comprobar la situación actual de estos dos canales se pueden consultar las ortofotografías más modernas disponibles en el sistema de información geográfica de la Junta de Andalucía y realizar una visita a la zona para verificar “in situ” si quedan restos visibles de los canales construidos.
La conclusión es que los canales de Autrán están completamente aterrados y no queda vestigio de su existencia. Las imágenes tomadas en el vuelo de 1956 ya lo ponen de manifiesto y únicamente se deduce la existencia de estos canales gracias al trabajo previo de localización de los mismos en planos del siglo XIX. Estos canales debieron quedar inservibles al poco tiempo de que los franceses abandonaran el sitio ya que las características de la cuenca del Guadalete y el nivel de precipitaciones de la zona provocaban una constante acumulación de sedimentos que hacían inviable su navegación. Únicamente una costosa labor de continuos dragados permitía mantener los caños en activo. Una vez el peligro desapareció se eliminaron los trabajos de limpieza y por ello los caños debieron desaparecer al poco tiempo.
Los puertos oceánicos tienden a cegarse por la sedimentación de los barros y arenas que la marea lleva constantemente al interior, procedentes de las erosiones litorales causadas por las olas y de los detritos que los ríos arrastran hasta el mar. Esta incesante sedimentación forma las marismas, cuyos terrenos inundables conviven con canales profundos que las mareas mantienen limpios realizando un dragado natural.
La acumulación de sedimentos fluviales en Cádiz es de una magnitud que asombra cuando se los estudia detenidamente. Al Nordeste de la provincia se levanta el parque natural de la Sierra de Grazalema que tiene su punto más alto a 1.653 m y recoge un registro anual medio de precipitaciones de 2.200 litros/m2.
El agua de estas lluvias da origen al río Guadalete. Nace en la sierra del Endrinal y tras atravesar las sierras de Algodonales y Ubrique llegará a Bornos donde el caudal pierde su fuerza en el embalse. Pasado Arcos de la Frontera el río recorre las vegas jerezanas y finalmente desemboca en la Bahía de Cádiz por el Puerto de Santa María. Su cuenca es de unas 300.000 hectáreas que proporcionan una amplia superficie degradable por las lluvias que alimentan al río.
Paralelo a la carretera que accede a la playa de Camposoto se encuentran aún restos de este canal, el cual regula su nivel mediante una compuerta. Así y todo es necesario periódicamente realizar trabajos para evitar que queda totalmente cegado.
Las lluvias de la comarca gaditana son irregulares en extremo y en el siglo XIX antes de la construcción de las presas en la cuenca del Guadalete, las inundaciones se repetían cada año con el consiguiente arrastre de sedimentos y fangos que se acumulaban en el fondo de la bahía.
Los suelos de los que toma agua el Guadalete pueden dividirse en areniscas y calizas en el curso alto, margas y arcillas en el medio, y vuelve a encontrar arenas en las proximidades de la desembocadura. La cantidad de materias sólidas que arrastra el caudal de un río depende de su velocidad y la naturaleza degradable del terreno. A mediados del siglo XIX el Guadalete a veces parecía fango suelto. Su color en la época de grandes lluvias no se distinguía del de sus orillas.