En mapas del siglo XVII se habla de la “Cortadura del Arrecife” como un paso de agua que comunicaba la bahía con el Atlántico. No sería el único paso, ya que al ser un terreno al nivel del mar con sólo unas dunas, no era extraño que los temporales y mareas vivas permitieran el paso del agua de un lado al otro, incluso hay referencias a construcciones para poder cruzar estas zonas inundares. También existen referencias del mismo siglo sobre la defensa de la costa en las que se cita que la plaza sólo contaba con 114 soldados repartidos entre la guardia del puente Zuazo, la garita de los Dos Mares, Puertas del Mar y Sevilla, y castillo de Santa Catalina.
Cortadura cubre la entrada a Cádiz. En el mapa de Cornillón de 1706 aparece en este mismo sitio el Fuerte de Castillejos, rotulado como "Los dos reductos de ambos mares”. Según Adolfo de Castro en este lugar existía desde tiempos antiguos una garita de piedra llamada “De dos mares”, ya que desde sus atalayas se podían vigilar las costas atlánticas al sur al mismo tiempo que la bahía dada la ventaja que supone ser el punto más estrecho del istmo. Fue el origen del posterior fuerte de Cortadura.
Eran dos pequeñas fortificaciones trapezoidales situadas junto a las respectivas líneas de costa, unidas por una cortina y envueltas en un foso con camino cubierto perimetral y glacis. Ocupaba todo el ancho del arrecife y constituía un puesto de control para la entrada o salida de la ciudad. A la vez impedirían el paso de tropas enemigas hacia Cádiz y al mismo tiempo el paso hacia San Fernando, caso de producirse un desembarco en la ciudad. Desaparecieron con la construcción del fuerte.
Existe documentación también del siglo XVII donde el intendente general informa que en el paraje de las “torres garitas que se llaman de Dos Mares”, se han extraído lajas de roca ostionera para la construcción y que esto podía provocar que los vendavales cortaran el único acceso a la ciudad por tierra.
Sobre la ubicación exacta existen un par de teorías. Debió quedar destruida durante el maremoto de 1755 y es posible que sus cimientos y restos fueran utilizados para otras construcciones. Podrían ser el caso del Ventorrillo El Chato, en el que llama la atención que exista un subterráneo pese a la proximidad del mar tanto por la bahía como por la playa. Otros planos la ubicarían unos 500 metros mas al norte en dirección a Cádiz. En las cartas de navegación se recogen unos bajos denominados “laja de la garita”.
Durante la Guerra de la Independencia se hizo necesario extender el perímetro amurallado, lo que dio origen al fuerte de la Cortadura. Fue proyectado en 1801 por el ingeniero Antonio Hurtado en el lugar de “Los Castillejos”, comenzando los trabajos en 1808 y concluyendo en 1811. Se siguió el mismo esquema de la muralla levantada en el siglo XVIII.
Jugó un importante papel defensivo y psicológico ya que, caso de que La Isla cayese en manos francesas, este fuerte impediría el acceso de los invasores a Cádiz. Puesto que las defensas isleñas aguantaron, sólo se construyó una parte del fuerte proyectado. Comenzó a construirse de forma espontánea contando con la ayuda de voluntarios gaditanos, hombres, mujeres e incluso miembros de órdenes religiosas; que colaboraban así con la defensa de la ciudad: un nuevo ejemplo de la resistencia que demostró la población gaditana, que convirtió la guerra en una causa particular de sus gentes.
Si nos fijamos, vemos que cada bloque de piedra ostionera tiene un diseño complejo elaborado con “cola de milano”, que hace que su montaje o desmontaje sólo se pueda hacer desde arriba para que se mantenga sin necesidad de mortero de unión.
Según sigue refiriendo también Adolfo de Castro fue armado con algunas piezas del castillo de Puntales. Al mismo tiempo fueron “donadas” 200 casas entre Cortadura y las puertas de la ciudad para dejar despejados los fuegos. Sólo los más pobres recibían jornal por su trabajo, dinero dado por los mismos compañeros voluntarios que trabajaban juntos y se lo podían permitir.
En la actualidad marca el límite del casco urbano de la ciudad conservando los baluartes, aunque su interior está ocupado por instalaciones sociales del Ministerio de Defensa para disfrute exclusivo de su personal y familiares.
El proyecto planteaba dos baluartes que hacían frente a la entrada desde San Fernando y dos que se expandían hacia los flancos, así como un sistema de foso y glacis. De este modo quedaban protegidos el acceso por tierra y las zonas de la playa y la bahía, como se explica en el siguiente punto.
En este plano de 1880 se puede apreciar los consabidos desvíos de la carretera y vía férrea para rodear la construcción así como un polvorín en dirección al centro de la ciudad.
Cuando concluyeron las obras no se construyó el baluarte que protegía el lado de la bahía y que se proyectó de nuevo para contrarrestar una posible invasión francesa. Tampoco había acuerdo entre los ingenieros sobre si su edificación era beneficiosa o no para la defensa de la ciudad.
Los baluartes que hacían frente hacia San Fernando, se llamaron de Santa María y San José. El baluarte de la zona de la playa, que actualmente separa la playa de la Victoria de la de Cortadura, se llama baluarte del Espigón o baluarte del Infante Carlos.
Está construido con piedra ostionera y catalogado Bien de Interés Cultural con tipología jurídica de Monumento. El fuerte fue cortado en dos por el trazado de la actual carretera Cádiz-San Fernando.
A su espalda los británicos construyeron un reducto de tierra y arena con foso y planta de cruz griega para reserva de las fortificaciones cercanas.