Ya hemos comentado que en el siglo XIX resultan más útiles las baterías ubicadas en pequeñas construcciones e incluso depresiones del terreno. La llanura costera permite observar al enemigo desde lejos camufladas entre la vegetación o dunas y adelantarse a sus movimientos.
Los cañones estaban preparados para cualquier llegada de infantería, caballería o incluso por mar. Objetivos que antes eran inalcanzables ahora tenían que cuidarse de no ponerse a tiro. Una batería con dos cañones y bien ubicada llega a ser suficiente para bloquear el acceso al río San Pedro e incluso hostigar y hundir un barco bien pertrechado de cañones. Es el caso de la batería de la Punta de los Saboneses, la cual se ubicaba a la espalda del mirador allí existente.
En la punta de los Saboneses se recupera la antigua fortificación de 1780. Contaba con 3 cañones y próxima al puente de barcas se encontraba una segunda batería de dos cañones.