Castillo de San Sebastián sin el faro, demolido en 1898 durante la guerra con Estados Unidos.
El castillo de San Sebastián es uno de los mayores símbolos de identidad de Cádiz por su situación, silueta y forma peculiar que da al casco antiguo en imágenes aéreas de la ciudad.
Está situado en la parte sur de la playa de La Caleta sobre un pequeño islote. La conexión entre la ciudad y la fortaleza es posible gracias a un estrecho malecón construido en el siglo XIX, que impide su aislamiento durante la pleamar. Junto con el castillo de Santa Catalina defiende el frente atlántico de la ciudad, la entrada a la playa de La Caleta y apoyaba con su fuego a las baterías instaladas en la zona del Vendaval.
Algunos historiadores ubican en este lugar un templo dedicado al dios Cronos en las épocas protohistórica y romana. Estrabón decía que la ciudad se situaba en la parte occidental de la isla y que, según se avanzaba a sus extremos, se podía observar el Kronion.
Sabemos que en el período islámico se instaló una torre atalaya. En 1457 unos marineros venecianos se refugiaron allí durante una epidemia de peste y construyeron una ermita dedicada a San Sebastián usando los restos de la antigua torre musulmana.
Tras el saqueo anglo-holandés la torre se rehace en 1613 con la función de puesto artillero y faro en la zona más alejada de la costa. Esta posición era defendida de forma natural ya que sólo se podía acceder durante la marea baja.
En 1706 se construyeron defensas en la fachada del castillo que da a la ciudad, y en 1739 el castillo controlaba el sur de la ciudad y la entrada de barcos por La Caleta contando con 17 cañones. El resto del islote se amuralló sirviendo de avanzada que protegía el fuerte desde el mar.
Castillo de San Sebastián y al fondo toda Santa María del Mar amurallada
Desde 1741 aparece en las actas capitulares de ayuntamiento la evidencia una pugna entre la iglesia católica y el ayuntamiento acerca de la propiedad de la ermita y la casa junto a ella. Aparecen hasta 1810 sucesivos documentos en los que se insiste sobre la propiedad municipal. Vemos que los problemas respecto a las propiedades que se atribuye la iglesia católica vienen de tiempo atrás.
Para no depender de las mareas se construye en 1770 el arrecife de acceso que arranca en la nueva puerta de La Caleta y actuaba de puesto de control. En 1803 se abre un tramo de este camino para construir un canal que permitiera el paso de las lanchas cañoneras desde La Caleta hacia la muralla del Vendaval para contribuir a su defensa, evitando tener que rodear el castillo y el arrecife, construyéndose el Puente Canal.
En el siglo XIX el castillo había ido perdiendo su función anterior y se rehabilita para convertirlo en prisión. En él estuvieron presos varios dirigentes de la insurrección que llevó a la independencia de varios países sudamericanos, antiguas provincias españolas. Otras fuentes afirman que no tuvo uso como prisión y que para esto sólo se uso el vecino Santa Catalina. Ya en la segunda mitad del siglo XIX se construye una fortificación mucho más sólida y resistente, hecha con baterías acasamatadas, y la amplia batería en la zona de la avanzada.
Vista completa del castillo desde la Avanzada
El castillo consta de dos espacios abaluartados asentados cada uno sobre una isleta. El primero, el verdadero castillo, presenta poligonal irregular y alargada de nueve lados. El perímetro amurallado tenía diferentes parapetos destinados a la artillería y un foso con dos puentes levadizos. Desde la Puerta de la Caleta no se diferencian bien estas dos construcciones. Es más fácil apreciarlo desde el castillo de Santa Catalina, desde el aire o desde el interior de la Avanzada Isabel II.
En el espacio frente al foso estaba la plaza de armas destinada a defender toda la isla. El lado sur no fue fortificado al confiar en sus defensas naturales.
Un detalle por el que podemos darnos cuenta de donde empieza y termina el “verdadero” castillo es que al llegar a la puerta principal (“Puerta de la Ciudad”) vemos sobre ella el escudo de armas de Felipe V mientras que el interior carece de decoración y se aprecia el espacio reservado para dos puestos de guardia.
Puerta de la Avanzada
Tras atravesarlo se llega al segundo puente levadizo, que lo une con la segunda isla, llamada Avanzada de Isabel II, donde se encontraba la ermita y la torre-faro y está también amurallada. Al acceder a este espacio de nuevo podemos apreciar cómo la puerta de acceso (“Puerta de la Avanzada”) se encuentra decorada con un escudo sobre ella en el lado exterior, es decir, el que da hacia la Avanzada mientras que el lado interior es austero. En este caso se trata de temas relacionados con la artillería
Todo el perímetro del castillo se construyó con muros de mampostería revestida con sillares de refuerzo en las esquinas. Se empleó la piedra ostionera obtenida en la excavación de los fosos. En las esquinas principales se dispusieron garitas y toda la muralla cuenta con merlones y cañoneras. Los dos lados que miran hacia el exterior son mucho más gruesos que los restantes, al ser los que montaban los cañones y más relevantes en la misión de vigilar la entrada a La Caleta y el mar abierto.
La parte de la Avanzada que asoma más hacia el mar cuenta con un foso que la rodea y abunda aún más en su defensa.
El castillo contaba con un muelle para su abastecimiento por mar y traslado hasta él. Se construyó en el siglo XIX junto al islote mayor. Era llamado Muelle del Socorro. Se conserva parcialmente en el lado que da hacia La Caleta, más protegido que el que da al océano.
Tras algunas intervenciones para su restauración y algún uso cultural esporádico, su estado es de cada vez mayor deterioro y abandono.
Lamentablemente durante la represión franquista este lugar fue elegido para terminar con la vida de al menos 42 personas por ello tiene la consideración de Lugar de Memoria Histórica de Andalucía.
En el interior se pueden observar dos pozos obviamente para suministro de personal que pudiera quedar situado. De su observación no es posible distinguir si se tratan de aljibes o pozos de marea. En bastantes casas de la ciudad existían estas dos formas de almacenar agua potable, bien procedente de la lluvia en las aljibes o bien en los pozos que permitían eliminar la sal del agua del mar al filtrarse entre piedra y arenas. El nivel de estos últimos fluctuaba según la presión que bajo el suelo recibían de las mareas.