Los caños, marismas y salinas forman un conjunto defensivo en sí mismos repartidos entre San Fernando, Puerto Real y Chiclana.
Los caños eran una barrera para el avance de un ejército regular. Además, las fuerzas sutiles los usaban como vías de penetración hacia posiciones francesas, no sólo para acciones de defensa sino también de hostigamiento y desgaste al enemigo. La planicie impedía establecer puestos elevados de observación para controlar el tránsito de las fuerzas sutiles por los caños. Para estos movimientos las embarcaciones debían tener en cuenta las mareas, corrientes y vientos, especialmente los de levante que se dejan sentir con fuerza. Entre el gran número de caños podemos citar como más importantes; San Fernando, Horcajo, Águila, Zurraque, Rubial, Bartibás, Porriquera, Carbonero...
A ambos lados del caño Sancti Petri se extiende un verdadero laberinto acuático y fangoso constituido por los propios caños, las marismas y las salinas, muy difícil de pasar a no ser que se tuviera un buen conocimiento del terreno. De esto sacaba más partido el defensor que el atacante, por conocer mejor este laberinto y los senderos que unían las distintas posiciones de defensa. Además, podía cambiar la configuración del terreno provocando inundaciones, atajos de agua y cortaduras.
Muchos textos describen lo sucedido en este paraje durante los dos años y medio que duró el asedio, por ejemplo el siguiente párrafo de Adolfo de Castro:
“Mientras estas cosas acaecen, comienza á estrecharse el asedio de Cádiz. Pero La Isla de Leon y la Carraca detienen la marcha á los invasores: una y otra están defendidas por pantanos, caños y salinas, que impiden la formación de un ejército en líneas y en columnas; pues las estrechas vías que hay entre las salinas sólo son conocidas por los salineros. Muchos franceses, creyeron practicable el terreno, se dirigen á él, llevados de un valor digno de más feliz fortuna; pero reciben su sepulcro en vida siendo absorbidos por el fango”.
El Golfo de Cádiz se caracteriza por tener costas de baja altura, presencia de desembocaduras fluviales, predominio de procesos sedimentarios y un rango mareal de entre 2 y 4 metros. Las formaciones marismeñas se originan por la confluencia de dos procesos sedimentarios: la aportación de la corriente litoral en dirección oeste-este y la aportación de los cursos fluviales.
Los sedimentos aportados a la bahía por el río Guadalete quedan protegidos del oleaje de las mareas oceánicas por la propia bahía y por un conjunto de arrecifes paralelos a la costa entre Cádiz capital y Sancti Petri. Esto favorece el desarrollo de formaciones arenosas e islas barreras que han favorecido la protección de esta zona de la influencia directa del oleaje, beneficiando la deposición de sedimentos finos que, modelados por las corrientes de marea, han conformado las marismas. Conforman una compleja red de caños y canales por los cuales penetra el agua salina durante la creciente de las mareas. Las principales marismas naturales se encuentran en Los Toruños, Sancti Petri, isla del Trocadero y entorno del río Arillo.
Un caño es un sustrato sedimentario de naturaleza fangosa sobre el que discurre un medio acuático hipersalino y turbio al ritmo de las mareas. En las bajamares algunos caños se llegan a secar quedando superficies embarradas junto a pozas inundadas.
La zona central de los grandes caños (Sancti Petri, San Pedro, Zurraque, Carboneros...) tienen una profundidad media de 4 m por debajo del cero hidrográfico, por lo que siempre tienen agua, incluso en las bajamares de mareas vivas.
El conocimiento y manejo de este complejo sistema de estructuras naturales por parte de los lugareños permitió emplearlos como un medio defensivo fundamental e imprescindible para frenar al poderoso ejército imperial con todos sus recursos que en 1810 pretendía culminar la invasión peninsular ocupando las plazas de La Isla de León y Cádiz. Durante el periodo en el que se mantuvo el asedio, el cuerpo de los voluntarios salineros conformó el grueso de las denominadas fuerzas sutiles, que optimizaron estos recursos naturales para hostigar al enemigo.